En cualquiera de sus formas e intensidades, el enojo o el “llamado de atención” de un directivo a un docente, crea tensión en el ambiente.
Para que resulte productivo, el papel del directivo es conseguir que la tensión, creada por él, se traduzca en una actitud positiva, que permita al docente buscar soluciones en lugar de tratar de auto justificarse o sentirse herido en su autoestima.
He asistido a varias situaciones de reprimenda en mi escuela, y han sido variadas las reacciones mostradas por quienes las han recibido: se han sentido ofendidos, incómodos por haber sido cuestionados en público; los menos las han aceptado y reconocido su error; otros las han discutido airadamente; algunos no cumplieron con lo pedido a manera de réplica; o han atribuido el enojo a la personalidad “irascible” o “intolerante” del directivo; una docente expresó su sorpresa y agrado al notar que por primera vez en una escuela “alguien me dice lo que estoy haciendo mal”.
Como se muestra, la mayoría de las reacciones apuntadas han sido negativas, con posiciones extremas, a veces intransigentes, en donde se recurre a actitudes exasperadas y a tácticas emocionales. Creo que fundamentalmente, ellas se originan debido a un mal manejo de la situación por parte del directivo: los métodos usados por él – reprimenda en público, nota escrita entregada frente al cuerpo docente en la sala de profesores-, el uso de argumentos irrelevantes, valorización subjetiva de la situación; no saber separar el valor de sus reacciones psicológicas y necesidades del momento, entre otras.
“Quien enuncia un juicio de valor debe cuidar que los argumentos que lo respalden sean relevantes y válidos, si no reúnen la primera condición, jamás podrán adquirir la segunda” (1)
La actitud adoptada por el directivo de “llamar la atención” a un docente en la sala de profesores, frente a sus colegas, muestra su desconocimiento de que el contexto da sentido a la comunicación.
“Palabras, frases y comportamientos adquieren significado en relación con la situación en la que son observados, es decir, en relación con las circunstancias particulares que en un momento dado rodean a una persona e influyen en su conducta” (2)
Existe además poca habilidad en el manejo de las relaciones interpersonales, donde la comunicación no existe, sino que es una relación vertical, donde sólo hay comunicados.
El directivo no tiene en cuenta el problema de las diferentes racionalidades que se presentan en la situación, ya que en ella interjuegan distintas racionalidades: la suya propia, la de cada docente, la del sistema sobre el que se toma la decisión. A veces decisiones tomadas desde la óptica del directivo pueden no ser viables desde la racionalidad del docente o desde la institución educativa en su conjunto. ¿De qué manera se podría mejorar todo esto?